En esta loca carrera por hacer rentable la aviación no tripulada, algunas empresas están encontrando nichos de mercado que hoy son posibles dentro del marco vigente de la regulación de la administración federal de aviación (FAA) y las realidades de la percepción pública y las cuestiones de seguridad.

Sub-industrias como la fumigación agrícola y la entrega de paquetes rurales están obteniendo tasas de éxito muy buenas dada la naturaleza del entorno en el que se desarrolla el vuelo y las condiciones específicas que rodean la operación.

Entonces, enumeremos los puntos que contribuyen a aumentar las posibilidades de que una misión específica tenga éxito o no:

  • Operaciones sobre personas (OOP). Si su misión implica volar sobre áreas pobladas, sus posibilidades de rentabilidad y rápido despliegue disminuyen rápidamente.
  • Altitud de vuelo. Si su operación requiere que el avión no tripulado vuele alto o muy alto, las objeciones del regulador a su idea aumentarían exponencialmente.
  • Propiedad del terreno sobre el que se va a volar. Si su misión implica sobrevolar decenas o incluso cientos de propiedades de diferentes propietarios y jurisdicciones, sus pesadillas logísticas y jurisdiccionales apenas han comenzado.

En resumen, las misiones que no operan sobre personas, vuelan bajo y sobre un terreno de propiedad uniforme tienen mayores posibilidades de éxito que aquellas que vuelan alto, sobre zonas pobladas y de corte urbano.

La fumigación agrícola es el ejemplo perfecto: la misión se desarrolla a muy baja altitud, a sólo unos metros por encima de las plantas que se están fumigando, el terreno es privado, vuelas con el permiso del propietario y no hay absolutamente ningún ser humano debajo de tu avión (¡esperemos!).

¿Qué otros modelos de negocio existen que cumplan con estos tres parámetros arbitrarios? Inmediatamente me viene a la mente el suministro de plataformas petrolíferas en alta mar. El vuelo podrá realizarse a baja altura, sobre agua y despegará y aterrizará en propiedad privada.

Entonces, ¿por qué no hemos oído más sobre el despegue desaforado de esta industria altamente rentable? Decidimos profundizar un poco en el tema y encontramos un conjunto interesante de datos que definitivamente retrasarían estas entregas por un tiempo.

En primer lugar, la mayoría de estas plataformas petroleras se construyeron hace décadas antes de que la navegación y la topografía por satélite fueran una realidad, por lo que se desconocen sus coordenadas exactas.

¿Pero cómo puede ser eso? Muy simple, estas estructuras marinas han sido suministradas y mantenidas por el mismo grupo de personas durante años y el conocimiento de su ubicación exacta se ha transmitido de generación en generación de forma desordenada.

Con la creciente confiabilidad de los aviones no tripulados, incluidos los tiempos de vuelo prolongados y la mayor carga útil de los multirotores y drones híbridos de ala fija, las compañías petroleras están ansiosas porque estas importantes edificaciones productoras de petróleo se suministren de una manera más sistemática y autónoma.

Existen más de mil plataformas marinas en el sur del Golfo de México que hoy son abastecidas y mantenidas por embarcaciones que parten y llegan desde Ciudad del Carmen en México por propietarios y contratistas que lo han estado haciendo durante décadas. Los capitanes de estos barcos se saben de memoria la ubicación de cada plataforma y cuando se les pregunta cómo llegan a cada lugar, simplemente sonríen y dicen: "Sabemos dónde están".

Esto es claramente un problema si se intenta automatizar la operación.

En 2017, el propietario/operador de estas estructuras productoras de crudo nos contrató para localizarlas con precisión. Utilizamos un jet Citation que volaba a 10.000 pies de altura y una velocidad de 240 nudos (276 mph) para localizar y fotografiar con precisión más de 130.000 kilómetros cuadrados de agua. Simultáneamente, un equipo de topografía colocó puntos de control terrestre (GCP) en algunas de estas estructuras para agregar rigidez y aumentar la precisión del modelo fotogramétrico.

El conjunto resultante de fotografías y coordenadas, arrojó una precisión de una dos centímetros X y Y y 4 centímetros en Z, permitiría a la compañía petrolera comenzar operaciones utilizando drones autónomos tan pronto como tengan la plataforma aérea adecuada para hacerlo.

Como pueden ver, hay un poco de preparación para implementar algunos de estos nuevos modelos de aviación pilotada remotamente y no todos los casos de uso están listos para su implementación inmediata. La inversión en un trabajo de mapeo de fotogrametría tradicional es considerable, pero las fotografías y coordenadas resultantes serán útiles y precisas durante mucho tiempo y permitirán a la empresa ahorrar millones de dólares en problemas de suministro durante los próximos años.

Las empresas que hoy se dedican al suplir con barcos y helicópteros a estas estructuras petroleras harían bien en añadir capacidades de aviación sin tripulación a sus ofertas actuales para mantener su competitividad en un entorno de aviación en constante cambio. Los aviones autónomos pilotados de forma remota llegaron para quedarse y los ahorros que representan harán imposible que las compañías petroleras ignoren esta posibilidad por mucho tiempo.

En conclusión, todavía necesitamos métodos tradicionales de fotogrametría para hacer realidad el vuelo autónomo o pilotado a distancia, pero al final, vivimos en un mundo de dependencias y evolución, es natural que utilicemos una tecnología que existe desde hace décadas para avanzar en la próxima generación estará con nosotros por otro largo período de tiempo hasta que llegue la próxima revolución.