Durante más de una década, la agricultura de precisión (AP) ha sido uno de los campos más emocionantes en el proceso de automatización de ciertas actividades humanas tradicionales que, durante milenios, se han caracterizado por prácticas que no estaban orientadas al ahorro y la eficiencia, ya que la abundancia de recursos, así lo permitía.

Pero el término AP podría interpretarse de muchas maneras y no todas son precisas. Los israelíes inventaron el método de riego por goteo en 1959 y convirtieron el desierto en un jardín. Eso podría interpretarse como el comienzo de una revolución tecnológica para llevar la agricultura al siglo 20.

Eventualmente, la proliferación de satélites de navegación como GPS y GNSS inspiraría a las compañías de equipos geoespaciales como Trimble Navigation, Leica y otras a desarrollar tecnologías específicamente dirigidas a hacer que la agricultura sea más precisa con el objetivo de ahorrar agua y evitar escurrimientos peligrosos en las vías fluviales del mundo.

Equipos agrícolas tradicionales fueron equipados con tecnología de navegación satelital de alta precisión, y los campos que una vez fueron arados usando solo el ojo humano y prácticas tradicionales que se remontan siglos ahora se trabajan de manera técnica y sistemática. Esto agregó acres a cada campo mientras creaba una base de datos donde cada semilla tiene coordenadas X, Y, Z que podrían usarse para aplicar agua, fertilizantes y, si es necesario, pesticidas o fungicidas.

Pero después de una década de agricultura de precisión e innumerables entrevistas con agricultores de todo el mundo, no podíamos cuantificar con precisión cuáles habían sido los ahorros o incluso si todo valió la pena. Todo eso cambió el viernes 14 de julio de 2023, cuando entrevistamos a Jonathan Saborio, un ingeniero agrónomo costarricense en Colombia que pudo demostrar, sin lugar a duda, que la agricultura de precisión ahorra dinero, agua, fertilizantes y pesticidas (¡toneladas de cada uno!).

Saborio dejó su Costa Rica natal en 2016 para trabajar en plantaciones de banano y piña en Colombia. A lo que se enfrentó cuando llegó al país sudamericano fue desalentador.

"El principal problema en el agronegocio en Colombia, y creo que, en muchos países, es el ausentismo laboral, o el hecho de que los trabajadores simplemente no se presentan a trabajar a diario", dijo Saborio con preocupación. "Entonces, la alternativa es agregar tecnología a la granja para disminuir la mano de obra confiable. Un nivel de ausentismo del 5% es insostenible y en Colombia encontré niveles del 36%. Simplemente no podía trabajar los cultivos de manera eficiente con un tercio de mi fuerza laboral simplemente no viniendo a la plantación a diario".

Saborio y su equipo se encontraron restringidos por la disponibilidad de los agricultores, o la falta de ella, y esto los obligó a buscar tecnologías que reemplazaran la mano de obra humana. La aviación no tripulada encajaría perfectamente en sus planes.

"Había oído hablar del uso de drones para agricultura, pero era principalmente para fumigar, así que inicialmente buscamos otras alternativas. Pero en 2018, compramos un dron y comenzamos a probar nuestras suposiciones", dijo Saborio. "Si no puedes medirlo, no puedes controlarlo y luego no puedes manejarlo. Ese es mi lema en la agricultura. Hay dos variables que puedes controlar: producción por acre y costo por acre. Todo lo demás está fuera de tus manos. Cosas como la lluvia, las sequías y la disponibilidad de recursos son problemas con los que hay que lidiar a medida que se presentan".

Saborio llegó a Colombia con un extenso conjunto de puntos de referencia e hitos importantes de su experiencia profesional en Costa Rica. Por ejemplo, encontró que uno de los indicadores más importantes de las buenas prácticas agrícolas en los cultivos de piña es la ración de trabajadores agrícolas por hectárea, que debe ser .50 o medio trabajador por cada hectárea de plantación activa.

"Cuando logré cuantificar mis primeras estadísticas después de unos meses en este campo colombiano en particular, me sorprendió el número de trabajadores por hectárea: .97 o casi un trabajador completo por hectárea", dijo Saborio sorprendido. Este número, combinado con un ausentismo laboral de más del 30%, hizo que toda la estrategia de cultivo rentable fuera completamente imposible. También encontramos que el acceso a ciertas áreas del campo era intransitable debido a las condiciones de las carreteras y sendas de acceso. Era una perspectiva desafiante, pero tuvimos que darle la vuelta. A partir de 2018 con .97 W/Ha, me complace informar que a través de nuestras mejoras y la introducción de drones, hemos podido reducir ese número al deseado .50 W/Ha".

Tradicionalmente, la agricultura se ha realizado utilizando vehículos terrestres, y eso significa que existe una gran dependencia de las carreteras y caminos de acceso que tienden a ser ásperos y, a veces, intransitables debido al barro y la topografía.

"Lo que heredamos de la administración anterior fue una situación en la que estaban tratando de administrar 260 hectáreas de piña como una sola entidad. Encontramos que esto era un error y lo cambiamos radicalmente", dijo Saborio. "Hicimos dos cosas al mismo tiempo. Primero, dividimos las 260 hectáreas en lotes de 30 has cada una y asignamos cada lote a una persona. Seleccionamos a los mejores y más consistentes trabajadores y los promovimos para que fueran 'Líderes de lotes'. Les dimos una sensación de propiedad’ en la administración del lote y les permitimos seleccionar a sus trabajadores. Luego, equipamos el dron con cinco sensores diferentes, incluidos RGB, infrarrojo cercano, fotogrametría tradicional y ultravioleta, y luego volamos cada lote para preparar un informe completo sobre la salud de las plantas y las características de drenaje del terreno individual".

"Una consecuencia inmediata de esta estrategia fue que los líderes ahora tenían información oportuna que necesitaban para mejorar la eficiencia de sus lotes individuales, y eso creó un sentido de orgullo y propiedad que a su vez generó un ambiente saludable de competencia entre ellos". Saborio dijo emocionado. "Es bien sabido en este negocio que se pierden más cosechas por mala administración que por plagas y enfermedades. Con los datos de múltiples sensores, los líderes de lotes ahora pueden contar el número de plantas, determinar con precisión de pulgadas las áreas que necesitan más agua o tienen problemas de drenaje, y también qué áreas específicas necesitan pesticidas o fertilizantes. Es realmente una cuestión de analizar los datos recurrentes y encontrar formas de aumentar el rendimiento de los cultivos sin usar más agua, fertilizantes y pesticidas".

Y aquí es donde la historia de Saborio se convierte en un verdadero punto de inflexión para la industria. A pesar de que su experiencia y análisis se limitan a las plantaciones de banano y piña en Colombia, su enfoque sistemático para combinar los avances en la tecnología con nuevos enfoques para la gestión de recursos humanos le ha dado estadísticas sorprendentes que pueden ser extrapolados a otros cultivos en otros paises.

"En el área de consumo de agua, hemos podido reducir el uso de este valioso recurso en valores que superan el 80% y el 90% dependiendo del cultivo". Saborio afirmó enfaticamente. "Más específicamente, cuando se usan pesticidas secos que requieren grandes cantidades de agua para ser utilizables, los ahorros son del 83% en las plantaciones de banano y del 97% en los campos de piña. Este tipo de números están impulsando el éxito de la aviación no tripulada en nuestra área, y todos parecen interesados en cambiar a esta nueva tecnología".

Pero los ahorros no se detuvieron con el agua o los pesticidas y fungicidas secos reales. El ahorro más significativo, desde el punto de vista medioambiental, es la reducción del uso de combustibles fósiles.

"Mediante el uso de drones eléctricos, hemos podido ahorrar millones de galones de combustible al año al reemplazar equipos Diesel pesados y anticuados con aviones pequeños y más ecológicos que son fáciles de volar y mantener", dijo Saborio. "No teníamos idea de que todas estas tecnologías tradicionales, como tractores, bombas mecánicas y aviones tradicionales, consumían tanto combustible en un año, y los ahorros nos ayudaron a mejorar nuestras perspectivas financieras".

Una consecuencia que no anticipamos cuando vimos estos increíbles ahorros en el consumo de combustible es el hecho de que las emisiones de CO2 también disminuyeron drásticamente, lo que redujo la huella de carbono de toda la granja.

"Cuando calculamos la cantidad de galones de combustible que ahorramos al usar drones eléctricos en la propiedad, nos sorprendió la cantidad de toneladas de CO2 que no arrojamos a la atmósfera. Los valores eran tan enormes que decidimos vincularlos a la población de Costa Rica (5 millones) y el número nos hizo muy felices". Dijo Saborio. "Si los valores que obtuvimos en nuestra granja se extrapolaran a toda la superficie de plátanos y piñas en el país, ¡representaría 7,1 kilos de CO2 ahorradas por persona por año!"

Después de analizar cuidadosamente los números de Saborio, es difícil discutir su entusiasmo por la aviación no tripulada en la agricultura. A pesar de que su trabajo se limita a los plátanos y las piñas, es fácil imaginar un mundo donde estos ahorros exactos, o tal vez incluso mejores, basados en cultivos específicos, se puedan obtener en beneficio de la humanidad.